martes, 22 de junio de 2010

Deja que te pasen cosas

Iba yo con mi disfraz de yoga y mi tupper lleno de risotto en bici más feliz que una perdiz. Llego a mi Happy Yoga más cercano, llamo y me atiende un apuesto mozo: estoy haciendo un masaje, pero pasa. Paso, y me empiezo a leer un libro titulado 13 preguntas sobre el amor, muy en mi línea. El tiempo pasa y la profesora no aparece, con lo que mis lumbares me susurran una idea: que te dé un masaje ese apuesto hombre. Hecho. El tema es que llevaba tres europeos, así que se ha fiado de mi traspiés yogístico y me ha atendido.
Me ha parecido maravilloso. Necesitaba que alguien me repartiera la energía y recorriera con energía las curvas de mi espalda. He salido a 1 palmo por sobre del suelo, con una sonrisa de Buda. El buen hombre ha dejado ir unas cuantas perlas, me ha invitado a una clase de yoga que hace el viernes en la playa (cómo acaban estas clases?) y me ha dicho que notaba mucha energía, que era una persona pasional.
Yo y mi ego, el disfraz de yoga no puesto y el tupper hemos vuelto a la unidad de producción contentos. El tema es que este trabajo de reconexión que se supone que ha hecho conmigo tiene una segunda parte. ¿Conseguirá pink pony regresar al lugar del crimen? Se lo preguntaré a mis lumbares, a ver qué dicen.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

te ha cantado la canción de pamela chu o se ha quedado todo en un masaje??? confiesa, que hoy en día no fía ni perry...

Anónimo dijo...

esto huele a chamusquina

pink pony dijo...

He ido puntualmente a darle el dinero. Yo creo que debí nacer en la época del truque y me han puesto en la del euro por casualidad