miércoles, 16 de septiembre de 2009

Sólo nos queda ir hacia arriba

Ayer era uno de esos días en que cada segundo de la tarde se transforma en un Himalaya que se funde en un K3, pasando por el Kilimanjaro, con altas dosis de congoja y descalabro general. A dónde voy, de donde vengo, dónde está la catapulta que me lleva al mullido torreón libre de impuestos y obligaciones, bla bla..
Entonces, gracias al internet, tropecé con un ser esperanzador: Hugh McLeod. Aunque os dediquéis a la instalación de ventanas y coberturas de PVC os paso sus consejos, porque son como una tableta de chocolate gigante: te alegran el día.
Yo me quedo con Ignora a todo el mundo y Todo el mundo tiene un Monte Everest que escalar en esta vida.
Y sí, las paellas son maravillosas, así como las puestas de sol privadas, hacer la croqueta en la cama y una buena película con enseñanza o no.

Aquí la Biblia del amigo McLeod.

Y si tenéis que gritar en algún momento dado, hacedlo, porque no somos teletubbies domesticados. Tenemos sangre y otros órganos interesantes debajo de esta piel de cerámica.

1 comentario:

Mari Trini dijo...

He visto la luz (y sin necesidad de linternas)