miércoles, 27 de enero de 2010

Haciendo el perro y la paloma

Me apunté a yoga con la bendita esperanza de tranquilizar cuerpo y mente, domesticarlos un poco, alejar pensamientos poco edificantes como eliminar a un presidente de una República Bananera o dejarlo todo y unirme a algún grupo ecologista para fomentar la reproducción de las tortugas y otras especies en extinción.
Total, que ayer fui a yoga y tuve que reproducir con mi cuerpo un montón de animales, aquello parecía el zoo municipal versión libre. Entre el perro, la paloma y la cobra, me quedé tullidísima, eso sí, trabajé como una joven estajanovista durante toda la tarde.
Hoy, a falta de perros y palomas, tengo la cabeza a la altura de las Islas Feroe y mi cuerpo se niega a obedecerme. Es ua práctica habitual.
En fin amigos, desde el centro de la tierra me despido de ustedes. Muevan cuerpo y mente, sincronícenlas de vez en cuando y sigan cantando bajo la ducha. Son esas pequeñas acciones que le reafirman a uno como ser humano y le reconcilian con la vida.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

a mí lo que me gusta es hacer el mejillón... eso sí que relaja cuerpo y mente. díselo a tu maestra y verás que bien.

Pink pony dijo...

Y a mí la sepia salvaje!