lunes, 14 de julio de 2008

Las cosas simples

Una hierba con hormigas. Un pan con tomate. Hablar con alguien sin escuchar el móvil. El suplemento del periódico. Un claustro románico. Un gitano que vende calcetines en el tren y lleva un tomate en el bolsillo. Un niño con cresta y cara pan. Un té paquistaní en su justa medida. Son cosas maravillosas que pueden llenar un fin de semana y embalsamar un poco el alma. Cosas sencillas compartidas con amigos. Dios mío, lo miras desde fuera y parece una peli de Rohmer. Cocinar, poner la mesa, comer, deglutir, entretenerte con un vaso de vino, leer las etiquetas del vino y decir oh belleza, cabecear, tirarse debajo de un árbol. Volver a empezar. La vida en la ciudad es altamente interesante, pero hay tantos mecanismos que te chupan la energía y en cambio parece que llegas a un lugar más deshabitado y repleto de verde y pío pío y te reconectas de nuevo contigo mismo. Sí, el famoso cuento de la Arcadia, el buen salvaje, bla bla. Supongo que también funciona por contraposición a un atasco o pasear una caca de perro adherida a tu suela derecha. Leer todo el día suplementos del domingo te puede llevar a la perdición. Desde aquí un homenaje a las hamburguesas de chorizo y a las Youtube party. Voy a intentar convencer a la población para que visite la Costa Blanca. Mie-do.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

tirarse un pedo, saltar a la comba con una fila de frankfurts, andar a la pata coja, hacer la sillita del rei al primo manuel, una notita sorpresa, mirar ventanas, andar sin rumbo, leer en el wc, comprar un tomate, hacer la quiniela, ojear la Hola, reconciliarse con el cassete, rascarse el sobaco, etc...

"simpleza" como diría J.G.

Pink pony dijo...

J.G. revele sus fuentes.