lunes, 18 de agosto de 2008

Veo luces, oigo señales

Seguramente se debía a una acumulación cósmica de serendipidad. No tenía otra explicación lógica. No podía ser que aquella congestión exagerada de señales respondiera a otra finalidad. Fue romperle el corazón y empezar a florecer señales, cual broma macabra. Iba al mercado, y allí, en primera fila speculous belgas. Volver a casa y en la rendija de la puerta un folleto de viajes con una semana romántica por Bélgica (Flandes y Brujas incluidos). Apoltronarse en el sofá y oír la invitación en principio amistosa de la vecina de enfrente que acababa de comprar una cerveza, evidentemente belga, de promoción y que si quería compartirla. No se lo podía creer. Veía camisetas de Tintín cada dos por tres, así como infinidad de referencias que solo su hipotálamo rasguñado podía leer. Una pena tan grande que se extendía como un chicle gigante y que le abrazaba noche y día se empeñaba en acompañarla. Vete bicho. Vete a la Grande Place y piérdete por debajo de una alcantarilla belga. Súbete al Atomium y que te succione una nube belga, ruidosa y llena de lluvia.
Cuando me lo contaba, asentía profundamente con cada una de sus digresiones. Porque en realidad ella no sabía que yo tenía patentada esas persecuciones de señales clasificadas por países.

3 comentarios:

Mr. Endrinas dijo...

bueno, parece que nada a cambiado por el champan. Yo solo puedo decir que en mis vacaciones no he utilizado bañador ni un solo dia, y me he bañado... vivan las baleares, tan cercanas y tan agradables, tan hipis y liberarles!!

Pink pony dijo...

Los clásicos es lo que tienen :) Tendríamos que hacer una hoguera expiatoria con todos los bañadores de la zona Mediterránea.

Anónimo dijo...

mola.