martes, 17 de febrero de 2009

Aventuras en el videoclub

Este año tenía dos objetivos flagrantes a la vista: empezar a correr y apuntarme a un videoclub. Lo primero se está llevando a cabo de una manera más o menos irregular. Lo segundo, aplausos de fondo, ocurrió en una noche como ayer.
Me compré un bono de películas y dejé volar mi imaginación y mi vista por las estanterías, estanterías y más estanterías forradas de deuvedés.
Pensé que si el incendio que se había declarado 5 minutos antes de mi llegada al videoclub un poco más arriba de la calle (¿una señal acaso?) se expandía por la manzana, no tendría inconveniente en atrincherarme en el videoclub y llenarme el abrigo de películas. También me las podría meter debajo de la sobaquera y dentro del pantalón, un gran escondite como todos ya bien sabréis.
El caso es que me estrené con Cashback y Lo mejor de mí. Un doblete imposible de consumir en una noche, por lo que espero acabarlo hoy.
Y la estampa ganadora del día fue, la que esto suscribe, devolviendo una película a las doce de la noche, con la obsesión de olvidarme hoy de devolver la película.
Como acertadamente nos ha contado una profesora del curso que estoy haciendo: la neurosis es el precio que hay que pagar por ingresar en la cultura. En eso estamos de acuerdo.

2 comentarios:

edujante dijo...

apunte de última hora:

No llego a imaginar la gran decepción que te hubieses llevado al llegar a casa, tras el incendio, tras el atrincheramiento, tras haberte llevado cajas vacías de películas!

Recuerda, las pelis las tiene el tipo aburrido sentado tras el mostrador....

Suerte que no hubo incendio...uuf!!

Un beso!

Anónimo dijo...

es verdad! Como puedes ver mi vida la rige el impulso, y la cabeza por casualidad...Prometo nueva operación de riesgo con más fundamento!
besos