viernes, 20 de febrero de 2009

Ver una película de 1961

Esta mañana en clase hemos visto una película llamada Los inocentes, una adaptación del inquietante relato de Henry James, Otra vuelta de tuerca.
La verdad es que el tiempo pasa para todos, y esta película no iba a ser una excepción. Deborah Kerr está total. Es una mujer guapa, estupenda, la clásica vecina con clase que te invita a trufas Godiva para aliviar las penas, que a todos nos gustaría tener. Pero el tema fantasmas, apariciones y suspense, es más bien flojo.
La idea de que una mujer sosteniendo un candelabro poniendo cara de restreñida cause pánico en el espectador pasó a la historia. Y que un niño que se llama señorito Miles se dedique a cortejar a su institutriz con un es usted una señora muy bella, como que no cuela. Si este niño bastante problema tiene con controlarse las erecciones matinales, ¡que tiene 10 años por el amor de Dios!. Es como poner al difunto Espartaco Santoni inaugurando un club de bridge para viudas de grandes intelectuales: no cuela.
Por lo demás, los vestidos fin de siglo, comodísimos, y las carreras que se pega la institutriz por el pasillo con esas enaguas endemoniadas que como no te espabiles te haces el pis encima, como que hacen sufrir más al espectador, que las apariciones fantasmales detrás de espejos y cortinas de terciopelo de gran personalidad.
Luego hemos visto Sospechosos habituales y tenía una cara de paleto Benicio del Toro, que atónita me he quedado. Los años irritan a unos y ayudan a otros. Benicio, peinado y estilista mediante, y una pose seductora, ha ganado definitivamente el carné de amante por un día. ¿Estamos de acuerdo? A la espera estoy de un mínimo debate, que me tenéis contenta con tanta contención y decrepitud. Va...Sólo se trata de apretar unas cuantas teclas...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Benicio del Toro es un tiazo. El tiempo siempre acaba ayudando a los hombres para bien y a las mujeres les suele meter caña con los asuntos gravitatorios. Una pena oiga.