jueves, 26 de febrero de 2009

El efecto primavera y más cosas

Esas historias que nos contaban nuestros padres de que eran auténticos héroes porque trabajaban y estudiaban y encima el fin de semana hacían cerámica y escuchaban música búlgara, la verdad, tiene mérito. Ahora me veo metida en el fregado de estudiar y currar medio día y las horas y los deberes aprietan y me multiplican mi característica taquicardia vital.
En fin. Lo bueno de la gran presión es que después disfrutas del gran relax. Esperar un semáforo que aproximadamente dura un minuto y 20 segundos se ha convertido en unas micro vacaciones al sol, mientras veo a las manadas de guiris deambular por el Paseo de Gracia, luciendo sus carnes estilo mortadela bolognesa en mangas de camisa.
Y con ansia espero la llegada de la primavera, estoy un poco cansada de tanta lana, bragas de cuello vuelto y sujetadores de angorina.
¿Será que estoy heredando el estrés de los grandes yuppies de los años 80? Entonces ahora entiendo la necesidad de estupefacientes automáticos para aliviar la descarga de adrenalina. De momento me conformo con litros de café que todavía enredan más el sistema cardíaco.
Vivir en el 2009 tiene su precio: la confusión y el ajetreo.

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