jueves, 4 de febrero de 2010

Lo bueno de madrugar

Cuando mis biorritmos se alinean con el cometa Halley y los planetas que pilla al vuelo, me levanto automáticamente de la cama. Adoro el silencio de la mañana, las nubes, el pequeño milagro de ver amanecer cada día. Para variar no tenemos tiempo de admirar este tipo de pequeñas obras maestras porque estamos corriendo por túneles llenos de humanoides y asisitiendo a conciertos de claxon matinales.
Pero hoy todo estaba cubierto de silencio y de color rosa, de nubes alineadas como un bonito tapiz. Ya tocaba una reflexión lírica, después de tanta pandereta.
Como tema dos, ayer quedé con un amigo y llegamos a unas bonitas conclusiones: cuando un sujeto A inquiera sobre tus gustos musicales, Manolo Escobar y Estopa serán tus respuestas. Otro objetivo en mente es recuperar del imaginario y vocabulario colectivo espresiones castizas, del estilo Hi ha per llogar cadires, sin una traducción lógica, tipo estaba hasta la bandera y soltarlas ocn alegría. La acción cobra más significado y cuerpo cuando se realiza en un bar de modernos. Lo ideal es no arroparse de una pose snob ni nihilista, sino soltarlo francamente, como el que viene de recoger trigo.
Porque lo esencial es ajeno al paso del tiempo y a los flequillos impertinentes.
Salid y reproduciros, porque si no los señores de peinados imposibles y carretillas con formularios dominarán el mundo. Y no es plan.

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